Un instante de sorpresa
- Sel V.K.
- 18 sept 2019
- 1 Min. de lectura

No valoramos suficiente nuestra capacidad de sorprendernos, de sentir por un momento que la realidad es mucho mejor de lo que esperabas. Esa reacción del cuerpo al ver que tu mundo cambió de un momento a otro: los ojos se abren, las cejas se alzan, se dibuja una sonrisa. Sólo unos segundos antes de que el cerebro le dé una explicación, antes de que encuentres la lógica, ahí está sólo la sorpresa...
Y en este ritmo de vida invivible, esos momentos se vuelven más valiosos y más sencillos de encontrar, porque no se necesitan sorpresas millonarias, grandes, ruidosas, al contrario, parece ser que la condición es que sean pequeñas, breves, casi gratuitas.
Así, un día en el camino al trabajo, sin esperar nada, se aparecen enfrente dos volcanes, que en realidad siempre han estado ahí, cubiertos por edificios, por contaminación, por prisa... pero hoy los ves. Nevados, imponentes, estando ahí como para recordarte que la vida es fuera de la oficina. Y los ojos se abren, la boca sonríe, las cejas se alzan. Le bajas al radio como si eso aclarara la vista, no tiene sentido pero en realidad sólo quieres que deje de estorbar, para que esos cinco segundos que te quedan antes de bajar del puente, sigan maravillando tu mirada.
Y listo.
La vida hizo lo suyo. Se coló entre edificios y contaminación sólo para venir a sorprenderte. Un miércoles.
Comments