Ocho de abril
- Sel V.K.
- 15 abr 2020
- 2 Min. de lectura
Hoy entré a Facebook como cualquier otro día, pero hoy la página me propuso que viera mis recuerdos. Por lo general los evito. Hace dos años y siete días que los evito.
Hoy los abrí. Me encontré hace ocho años pasando mi primera noche en casa de Yair. La primera de muchas noches, la primera de lo que hoy es nuestra cotidianidad.
También me vi hace seis años rodeada de buenos amigos, en el centro de Querétaro, una noche de lo más casual y cotidiana, por lo que se volvió de mis recuerdos favoritos de nosotros.
Vi la madrugada del ocho de abril de hace cuatro años cuando Gabs y yo terminamos de escribir nuestra tesis. Eran las tres de la mañana y se notaba que habíamos comido Burger King como tantas veces lo hicimos mientras escribíamos, no por rico, pero por barato.
Y me vi en los viñedos de Baja California hace tres años. Un estado que me atrae desde hace tiempo y que entonces compartí con personas que ahora están tan lejos de mi vida. Me quedé con el lugar, con las fotografías y hace tiempo prescindí de la compañía.

Hoy me di chance de ver mis recuerdos, y qué buen día elegí para encontrarme: el ocho de abril.
Ojalá pudiera reencontrarme más seguido, pero no puedo verlos sin pensarte, sin extrañarte. Porque aunque no sales en las fotos, estás ahí.
Estabas hace ocho años preguntándome dónde iba a pasar la noche. Estabas hace seis, escribiéndome buenas noches como cada día que viví en Querétaro. Estabas durmiendo en tu cuarto mientras Gabs y yo acabamos la tesis en la sala. Estabas en nuestra casa, mientras yo estaba en el viñedo.
Ojalá salieras en cada foto.
Me cuesta revivirme, porque te revivo y recuerdo que hoy no me preguntas, que hoy no me escribes, que hoy ya no me esperas.
Me duele ver esa vida porque la extraño, porque te extraño. Y me extraño. De alguna manera extraño quién era hace dos años y siete días, tal vez menos sabia, pero más feliz, contigo.
Ver mi vida de antes, es ver tu ausencia hoy.
Tal vez me da miedo ver tan de cerca tu ausencia. Sé que un día podré voltear y ver-me, ya sin tanto dolor, sin tanto miedo, un poco más tranquila, un poco más feliz.
Tal vez el siguiente ocho de abril, o el que sigue, o el que sigue…
que hermoso Sel, te abrazo!